En algún momento todos hemos pensado: ¿y si las cosas hubieran sido diferentes? ¿y si en vez de escoger este camino, hubiese escogido el opuesto? ¿serían las cosas mejor?.... todas estas preguntas no tienen solución y para nuestra suerte, nunca la tendrán. Si tomaste una decisión por algo será, si lo hiciste así y no de otra manera, será que es como tenía que pasar... Nunca te arrepientas de tus decisiones, puede que no te hayan llevado al lugar en que ahora mismo querrías estar, pero si ese lugar es a donde tienes que llegar, aparecerás allí de todas formas, y si nunca llegas, es que tal vez, otro sitio mejor, y completamente inesperado, sea tu destino final .

Muchas veces las personas que quieres te decepcionan, te hacen pensar en si de verdad merece la pena seguir peleando por algo que está condenado al fracaso, por algo que costó mucho construir sobre unos cimientos que al principio no eran para nada sólidos. Sin embargo la construcción fue cogiendo fuerza a pesar de todos los vendavales que estuvieron ahí para tirarlo abajo: en vez de coger paja, cogimos madera, y cuando la madera dejó de ser lo suficientemente fuerte, cogimos ladrillos y cemento y si aún no fuera suficiente en nuestra cabeza está coger piedra maciza para así seguir levantando (al menos esa idea sí recorre mi cabeza). Sin embargo hay momentos en los que de verdad me pregunto si merece la pena, si de verdad es suficiente con luchar con todos los problemas o si sería mejor dejar de ser el ojo del huracán y dejar que destruya todo lo que hemos construido poco a poco... No tener que pelear más, no tener que escuchar más historias absurdas sobre cosas que no tienen que ver, no tener que llorar, pasarse noches en vela pensando en qué merece la pena y qué no... Toda paciencia tiene un límite, y creo que en breves momentos este edificio en el que llevamos un tiempo trabajando va a tener una muerte muy amarga, o se va a consolidar no en piedra, si no en mármol.