A veces el ser humano se empeña en contabilizar, en explicar y en comprender cosas que pierden belleza por intentar ser entendidas. Este es el caso de muchos paisajes naturales, a todos en el colegio, por ejemplo nos han explicado en qué consiste una
puesta de sol, sin embargo hasta que no lo ves con tus propios ojos no te das cuenta de la magnificencia de la misma y, si en esos momentos te paras a pensar en las palabras del profesor intentando explicarte por qué se produce la puesta de sol y en qué consiste, ese momento, en principio mágico pierde toda belleza.
Es mejor muchas veces dejarte guiar por el momento, intentar seguir adelante sin pararte demasiado a pensar en por qué estamos haciendo una cosa y no otra, si hay algo que necesitamos hacer lo haremos, a tiempo y bien, sin necesidad de apreciar la belleza de la vida y de VIVIR.
Aquí una imagen que muestra lo que digo, ¿es más bonito contabilizar los animales que componen la cara o simplemente ver cómo el autor es capaz de dibujar grandes y pequeños animales, preciosos por sí solos y que a su vez forman algo mayor igualmente bello?
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Con esto no digo que no se deba intentar explicar el mundo, si no que a veces el carpe diem es mucho más productivo, aunque parezca una expresión contraria a la productividad...
Hay días buenos, días malos y días simplemente normales, en los que no sucede nada que lo califique ni de una cosa ni de otra. Este ha sido mi día de hoy, un día un tanto monótono sólo un tiempito de entretenimiento mientras paseas un perro con una amiga, una forma más de conseguir reirte. Sin embargo la tarde llega y es el momento en el que tienes más tiempo para pensar y tienes que hacer muchas cosas que no es que apetezcan demasiado (en mi caso leer "Gulliver's Travels", más entretenido para mi que "Robinson Crusoe" pero que me gustaría más si fuera leído por placer). En este momento, en el que esta misma tarde pensé esto me pregunté: ¿por qué las cosas más absurdas e incluso más aburridas a priori son en ocasiones lo que nos hace sonreir con mayor fuerza si simplemente es que queremos hacerlas? Es curioso, pero si tuviese que sacar a un perro un día como hoy (lluvioso) yo sola, por obligación probablemente no me hubiese reído ni un segundo, pero al ir porque sí, por el simple placer de salir a la calle aún con frío y con el paraguas en la mano, me hizo estar feliz, al menos por un momento.
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A veces las personas toman decisiones que no llegamos a comprender del todo o que sí comprendemos pero no compartimos, en estos momentos lo único que podemos esperar es que esas personas no pierdan su esencia y sean capaces a pesar de todo de seguir siendo quienes son sin olvidar a los que realmente también están ahí.
En días como hoy, en los que el cielo está nublado y no para de chispear agua de una manera suave, pero constante, no puedo evitar pensar en lo bien que se está en casa acurrucada con una manta mientras ves la tele, lees un libro o simplemente escuchas algo de música. Es curiosos sin embago las ganas que tengo, al mismo tiempo de salir a la calle, simplemente por el hecho de que es viernes y necesito desconectar. La lluvia muchas veces es una fiel compañera que, al menos a mí, me ayuda a dormir cuando es fuerte dando contra la ventana de mi habitación y haciendo de somnífero para mí, sin embargo, otras veces es todo lo contrario, una compañera no demasiado amable que te obliga a ir rápido aunque no tengas prisa, a cojer frío y a acabar enferma...
A lo largo de la historia muchos autores utilizaron la lluvia como fuente de inspiración para varias obras comparándolas con múltiples etiquetas, como la tristeza, la ira o incluso el no saber qué hacer, pero para mí la lluvia no tiene por qué representar sólo aspectos negativos, si no que puede representar se me ocurre a mí una relación de afecto cualquiera, que va llegando a nosotros poco a poco, que nos acompaña durante un tiempo más largo o más corto pero que si es sincera, al igual que la lluvia viene una vez y vuelve una y otra vez, siempre estará ahí.
